Historias
que no siempre empiezan bien, pero que acaban con uno bonito y feliz.
Os contábamos la historia de un premio millonario de lotería que se
quedó sin reclamar en China. Más de 25 millones de yuanes o lo que
es lo mismo, ¡casi 4 millones de dólares! Decimos que acaban con un
bonito final, porque en China, cuando los premios no son reclamados
se envían a un fondo que los emplea en proyectos de bienestar
social. Finalmente este premio no hizo feliz a una persona, si no a
muchas.
Y
la que también acabó bien, fue la historia de de Julien Chorier un
especialista en marketing que decidió buscar trabajo, pero cansado
de las clásicas cartas de presentación, rellenó la suya con varios
'blablabla'. Así, consiguió llamar la atención de una empresa y
ahora es uno de los pocos privilegiados con contrato fijo como
encargado de comunicaciones y marketing.
Y
siguiendo cerca del marketing, os traíamos un Revuelto Curioso
dedicado a la publicidad. Y os cantábamos algunos “patrones” que
siempre siguen en este sector. Por ejemplo, que los relojes siempre
marcan las diez y diez. Puede ser un intento de imitar una sonrisa;
puede que sea una hora mágica en lo que se entiende que ya todos
estamos activos; puede que sea una simple manera de mantener las
agujas en alto y poder encuadrar el logotipo de la marca anunciada en
la parte baja del reloj.
Comida
apetecible y deseable. Aunque en
publicidad se busca la mayoría de las veces el “maquillar” la
realidad, lo cierto es que muchas de las situaciones en las que la
comida que se muestra, no es real, tiene una razón meramente
práctica. Por ejemplo, en el caso de los helados, si sometiéramos a
cualquiera de ellos a las altas temperaturas de los focos de un
estudio fotográfico, se derretiría en poco minutos, por lo cual
resultaría un auténtico engorro trabajar con el producto real. Se
suelen utilizar réplicas de plástico o, siguiendo con el ejemplo
del helado, se utiliza puré
de patatas, que tiene una textura similar a la del helado y puede
teñirse con colorante alimentario.
Aunque
nos queda la curiosidad más interesante, que os la contamos en el
podcast. Los famosos y siempre controvertidos mensajes subliminales.
Pero siguiendo con el programa, llegamos a la sección de Cine, donde
os hablábamos de la también archiconocida Tiburón. La
historia de un tranquilo pueblo con playa, que se ve atacado de
pronto por un tiburón. El alcalde, para no perder su reputación
como pueblo vacacional decide no cerrar las playas, pero el jefe de
policía acabará actuando para salvar a sus hijos, tomando
decisiones que no gustan a todos
Presupeustos
y tiempos increíbles. Presupuesto: 3'5 millones. Gasto: 9 millones.
Recaudación: 471 millones. Tiempo estimado de rodaje: 55 días.
Tiempo final de grabación: 159 días. Algo descuadrado todo, ¿no? Y
aquí una de las pequeñas manías de gente importante, aunque él
aún no supiera lo que iba a llegar a ser. Spielberg insistió en
grabar en el mar, lo que dificultó enormemente el rodaje. Los
problemas de los tiburones forzaron a Spielberg a mostrar menos al
escualo de lo que tenía pensado. Esto fue la clave de la tensión de
la película.
Casi
pierden una de las réplicas de los tiburones. No la habían probado
antes de sumergirla en el agua en el set de rodaje y, nada más
hacerlo, fue directa al fondo del mar. Tras esto, se rompió tantas
veces que Spielberg le llamaba "flaws" ("defectos"),
un juego de palabra con el título original del filme, Jaws.
Estos problemas con el modelo del tiburón provocaron que el director
recurriese a un efecto de suspense al más puro estilo Hitchcock, ya
que no vemos al animal hasta el final de la película.
Varias
escenas del tiburón al final de la película se grabaron bajo el
agua en Australia con tiburones blancos de verdad. En uno de estos
rodajes, realizados por especialistas, un tiburón se quedó atascado
en la jaula del equipo y la destrozó tratando de salir. Spielberg
estaba ansioso por incluir ese metraje tan espectacular en la
película, pero la jaula estaba vacía en ese momento y se veía
claramente que Hooper no estaba allí. Esto salvó la vida del
personaje, que muere en la novela pero escapa de la caja en la peli
para poder usar esas tomas.
Y
finalmente en la sección de Música, quisimos hacer nuestro pequeño
homenaje a uno de los grandes que nos ha abandonado ya. Británico de
pura cepa y transgresor en el mundo de la música. David Bowie. Desde
que comenzase su popularidad allá por la década de los 70, su
constante innovación, su excéntrica estética y su original voz le
encumbraron en el mundo de la música convirtiéndole en un mito
admirado en todo el planeta, y todo un personaje de la historia
musical.
David
Bowie comenzó su carrera cantando y tocando el saxofón en pequeños
locales y también en institutos, con músicos aficionados como The
Manish Boys, David Jones & The King Bees o Lower Third. A finales
de la década de 1960 comenzó a grabar sus primeros sencillos, que
luego se integrarían en su primer álbum, David
Bowie
(1967).
En 1969 grabó el álbum
Man
of Words/Man of Music,
en
el cual se incluía el single “Space Oddity”, que llegaría al
puesto cinco de las listas en el Reino Unido.
A
partir de 1972 empezó el gran ciclo de transformaciones que ha
caracterizado su personalidad camaleónica. En The
Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars encarna
a una estrella bisexual del rock procedente de otro planeta. Esta
tendencia a la ambigüedad continuaría en Aladdin
Sane
(1973),
su siguiente trabajo. Las canciones de Bowie generaban una atmósfera
futurista, donde daba cabida a breves guiños dirigidos al rock
estadounidense y desarrollaba profundas y densas secuencias por las
que desfilaban personajes orwellianos.
En
la segunda mitad de la década de 1970 Bowie experimentó con nuevos
sonidos. El elemento electrónico estaba cada vez más presente en su
música, a través del uso recurrente de sintetizadores y de la
manipulación de su voz en los temas. Heroes
(1977)
ofrecería estructuras y sonidos aun más densos y complejos. Bowie
emprendería entonces, a principios de los años 80, su periodo de
mayor éxito comercial, pero también el de más críticas adversas
por parte de los especialistas, que le achacaban un empobrecimiento
musical.
Su
enorme éxito se vio favorecido por sus trabajos para el cine. En
1986 compuso la banda sonora de Dentro
del Laberinto.
Y algunas de las curiosidades que os contábamos, es que sus famosos
ojos de dos colores no eran tal. Tenía el ojo derecho de color azul,
y el izquierdo de color marrón. No es que Bowie naciera con un ojo
de cada color, sino que un tierno David de tan sólo 15 años entró
en una disputa por una chica y terminó con un puñetazo de su
compañero George Underwood en el ojo, quien llevaba un anillo que le
causó graves daños. Tras varias intervenciones y la pérdida de
parte de la visión del ojo izquierdo, la pupila del cantante quedó
dilatada de forma crónica, o lo que es lo mismo, midriasis.
Su
verdadero nombre, David Robert Jones, le iba a dar problemas a nivel
profesional ya que se parecía bastante al de un músico americano
llamado Davy Jones. Así que David decidió entonces que debía
cambiar su apellido y eligió Bowie, en honor al cuchillo del mismo
nombre, creado por el sanguinario colono norteamericano James Bowie.
Aunque lo más sorprendente fue que, siendo británico, no aceptó el
título de Sir. Alegó que no comprendía un nombramiento como ése,
y que no había trabajado durante toda su vida para conseguirlo.
Ahora
os dejamos con uno de sus himnos.
¡¡No
dejéis de ser curiosos!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario